¿Cómo expresar tanto con palabras? No puedo.
Estos dos últimos meses he experimentado una sensación preciosa. Cuando haces una canción, es tuya, es tu obra, tu pequeña perla, la pules por donde quieres y eso es lo que he hecho en el estudio, días de trabajo, para que esas perlas brillaran. Cuando una canción sale del estudio, deja de ser tuya, es de la gente y llega a sitios donde no te imaginas, y eso, es mucho más bonito todavía.
He hablado de mis canciones, pero, en definitiva, no son mías. El autor es el Espíritu Santo, que se ha servido de mi, de Ricardo, de Palitos, de María y de Fran, para llevarlas al papel, y de todos vosotros, para hacerlas realidad en este maravilloso disco.
El Espíritu Santo ha derramado toda su gracia y toda clase de bendiciones cada minuto que estábamos cualquiera de nosotros en el estudio.
Hoy es un día de alegría, de agradecimiento.
En primer lugar y por encima de todo, gracias a Dios, que es el único, el único que ha hecho posible todo esto, que se ha aprovechado de las circunstancias para que todos nos hayamos conocido y nos haya traído hasta aquí.
Gracias a D. Carlos Escribano, quien, cuando todavía éramos pocos y malos, confió en nosotros hasta el final. Gracias por su confianza, por su generosidad y en definitiva, por todo lo que Dios ha hecho con nosotros a través de él.
Gracias a Pedro, fiel amigo, con el cual, mano a mano, hemos intentado llevar este proyecto adelante. Gracias por tu confianza, por tu amistad, por tu entrega y disponibilidad. Por tu esfuerzo en el aprendizaje con las canciones. Gracias.
Gracias a María, mi media voz, con la que me complemento a la perfección y con la que, gracias a Dios, nada más conocerla, nuestras voces hicieron algo mágico. Gracias María, por tu voz, tu apoyo y tu presencia.
Gracias a Fran, por ese rasgado Niño, niño y tu toque Jedi, por dejarme ser la melodía de tu escrito, por tu corazón y tu amistad. Gracias.
Gracias a Palitos, por una delicada y perfecta estrella que me entregó en un papelito doblado y que hoy es lo que es. Gracias.
Gracias a Ricardo, por aguantarme y por soportarme, por “eres mi fortaleza”, por permitirme hacer música con ella. Por estar aquí, por tu amistad. Gracias jefe.
Gracias a Ignacio, por tus esfuerzos, por tu aguante, por mantenerte por encima de las circunstancias y por tu fuerza de voluntad. Gracias.
Gracias a Paloma, quien desde la distancia, está siempre a mi lado, alimentándome para seguir adelante, dándome fuerza para cantar al Señor. Gracias.
Seguiría así con todos y cada uno de los que habéis estado ahí, apoyando el proyecto, tanto aportando vuestra voz, como simplemente, colaborando o animándonos.
Valeria, Isa y Javi, Carolina, Rebe, Ramón, Vero, Chavi, Ceci, Bergua, Chema, la mano milagrosa de nuestro querido técnico, Richi, mi padre… Gracias a todos, por hacer esto posible, y hacer de un sueño, una realidad.
No olvidemos nunca para quién cantamos.
¡A él la gloria! Amén.
¡¡Gracias!!